La entrevista laboral más extraña: “¿Te gusta la política de izquierda o la derecha?”


El cartel de “se busca personal” me hizo guiño esa mañana. Estaba pegado en la vidriera de una librería. Quizás lo único que seguramente sepa hacer ahí era ordenar productos y limpiar. Pero necesitaba el trabajo, así que entré.

- Vengo por el aviso de trabajo

- ¡Amm ya! ¿Qué sabe hacer usted?

- Soy periodista, pero he trabajado limpiando oficinas.

- Ya, ¿usted es venezolano?, Si, le respondí.

El local está bastante cerca al sitio donde tengo alquilada una habitación. “Me ahorro el pasaje”, “podría descansar un poco más”, “Quizás por la cercanía, me dan el trabajo”, son frases que uno va maquinando. El trabajo perfecto para dejar de consumirme los pocos ahorros con los que logré emigrar, y empezar a producir.




Y admito, que estaba mintiendo. En esa “hoja de vida” o currículo, lo único verdadero era mi dirección de vivienda, mi nombre y mi número telefónico. Me estaba dejando llevar por el pensamiento de que el emigrante venezolano “debe trabajar de lo que sea” y no de lo que sabe, o lo que estudió. Por eso, engaveté mi currículo como periodista profesional, e inventé uno con trabajos más “fáciles” y de mano de obra rápida: Archivador, encargado de limpieza, asistente de cualquier cosa se le ocurriera al dueño.

Evidentemente, no estaba convencida. La señora con cabellos rubios teñidos y lentes empieza a hacer preguntas básicas. Hasta que pregunta “¿usted sabe manejar una maquina de sacar copias?”, yo pensé en decir que no.

– Si, por supuesto

– Eso es lo que necesito, un chico que saque copias

Me veía ganador. A pesar de que no tengo ni idea de en qué forma va la hoja si quiero copiar por las dos caras. Pero las preguntas siguieron llegando. Hasta que caímos en la política partidista.

– ¿Te gusta la izquierda o la derecha?

La verdad, es que hablar de izquierda o de derecha a estas alturas del Siglo XXI me parece obsoleto, innecesario. Un retraso. Pero eso es otro tema.

– La verdad es que prefiero no hablar de temas políticos de Perú. Llegué apenas hace 10 días, no conozco mucho.

– No no, no te pregunto sobre Perú. Me refiero en general, en el mundo.

Mierda, pensé. Si le respondo que soy de izquierda, y le gusta la derecha, no me dará el trabajo. ¿Y si es de izquierda, y le digo que soy de derecha?

– Centro.

Dije. Y proseguí.

         La verdad, la derecha no me convence, pero tampoco la izquierda por completo. Así que me mantengo en el medio.

Seguía sin estar convencida. O así lo percibí. Igualmente, ya yo me veía sacando copias a los estudiantes de la Universidad Privada Antenor Orrego, ubicada justo al frente del local.



– Pues yo soy de izquierda, me gusta esa clase política.

– ¡Ah, genial! Le dije. 

Pensando por dentro de que estaba loca. Pero seguí viéndola a los ojos claros. Pero sin saber, mi cara habló por mí.

– ¡Pero no la izquierda de Venezuela! Ellos son unos matones, que han destruido al país

– Bueno, seño (como diminutivo de señora), es que de ellos ni siquiera se sabe que son.  No es una izquierda verdadera.

Por un momento, hasta olvidé que estaba en una librería. Buscando trabajo para sacar copias. Queriendo obtener unos cuantos soles y empezar a trabajar.

         Yo te llamo, ¿ya? Déjeme su currículo

         ¡Muchas gracias! Espero su llamada

La llamada nunca llegó. Unos 15 días después, ya estaba trabajando en mi área, en un canal regional de noticias. Cada vez que paso por ese local, recuerdo aquella pregunta. Creo que jamás me la habían hecho, y he asistido a unas 9 o 10 entrevistas laborales.

Y a pesar de mis grandes gustos y coqueteos con la izquierda durante mi época universitaria, –como todos–, si, como todos. No mientan. Prometo la próxima entrevista, aclarar que me parece una tontería hablar de ideologías, en una actualidad mundial que necesita de más actos que teorías. Que la izquierda me parece una utopía, y la derecha… pues con la derecha escribo.

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